Hace dos días me dieron la noticia de que por azar, por vivir consciente o porque el universo así lo quiso, me había librado de un cáncer de piel letal. Todo ha ocurrido en cuestión de semanas. Descubrí un lunar que era nuevo para mí y crecía rápidamente. Envié un whatsapp a mi dermatóloga querida con la foto del lunarcito y no le terminó de convencer. Me pidió que fuera a su consulta. Una vez allí y aunque no tenía “tan mala pinta” decidió quitármelo. Mi doctora, ya os digo, es sabia pues este jueves me confirmó que era un melanoma. Parecía inofensivo pero no. Unas semanas más de ese lunar en mi cuerpo y podría haber supuesto mi un problema mucho más grave o muerte en este plano.
Todos los que me conocéis, sabéis que una de mis principales máximas en la vida es mi compromiso con la felicidad (hasta creé un hashtag: #compromisoconlafelicidad). Hace años que decidí ser y ayudar a otros a ser conscientemente felices.
Después de esta noticia, este compromiso se acentúa porque he visto en mis carnes, literalmente, que la vida puede acabar en cualquier momento. Somos seres frágiles y vulnerables. Quiero hacernos un llamado a cuidar nuestra calidad de vida.
La calidad de vida está vinculado con algo tan subjetivo como son las emociones que sentimos. Para ser feliz y tener calidad de vida, necesitamos incorporar unas herramientas de gestión emocional que nos lleven a superar algunas tendencias no tan positivas que tiene nuestro cerebro cómo llevarnos al catastrofismo, la rumiación mental constante, estar alerta y a la defensiva siempre, posicionarnos como seres individuales y separados de los demás, preocupándonos por un sinfín de situaciones inexistentes o existentes pero que podemos solucionar o en su defecto aceptar.
Todo esto llevándonos a vivir en estados emocionales de angustia, tristeza, depresión, mal estar emocional constante, estrés crónico, enfermedad, … infelicidad. No merece la pena. La vida es corta para desperdiciarla.
Apaguemos el piloto automático en el que vivimos y tomemos el mando de nuestra calidad de vida.
Todos los seres necesitamos unos básicos para vivir con bienestar como relaciones significativas, agua, comida, un hogar, ropa, medidas higiénicas y de salud, … a propósito coloqué las relaciones significativas en primer lugar porque son la base de nuestra estabilidad emocional.
Así que aprovecho para daros las GRACIAS por ser parte de mis RELACIONES porque si estáis leyéndome es porque de alguna forma estamos conectados. Al leer esto vuestra energía se conecta con la mía (es física cuántica) y saber que estáis ahí me sustenta y me impulsa en mi bienestar.
Por suerte o por “consciencia y atención plena” (tanto mía como de mi querida doctora Ingrid López), hoy puedo deciros que me queda más tiempo con vosotros pero podría haber sido diferente en cuestión de 6 semanas. Nada de tiempo, jod*r. Tan fácilmente que se me ponen los pelos de punta (o chinitos cómo se dice en mi México amado).
Por todo esto, decido (sí, porque siempre es una decisión) vivir siendo un ser pleno y feliz. Vivir cuidándome mental y físicamente y cuidando de vosotros. Amándome y amándoos porque no hay separación energética entre nosotros (solo física): SOMOS UNO.
Soy consciente de nuestra fragilidad y eso me ayuda a recordarme y recordaros de dar gracias y de que nos llenemos de emociones (o energía y química que es lo mismo) positiva cada segundo que estamos vivos. Así, si me muero mañana, habrá merecido la pena cada segundo de mi vida porque habrá sido significativa para mí y vosotros y eso hace que TODO, para mí al menos, merezca la pena.
Os, te, me quiero
Ángel