Un mundo sin angustia, depresión ni violencia es posible

Tengo buenas noticias, es posible un mundo así. No es utopía. Es educación socioemocional.

Para tener una vida feliz y plena lo único que necesitamos es desarrollar nuestras habilidades socioemocionales.

El otro día escuché al Dr. Rafael Bisquerra (una eminencia en la gestión emocional) poner el siguiente ejemplo: ¿te imaginas que alguien hace cien años dijese que se imaginaba un mundo sin analfabetismo?.

En México hoy, el 95% de la población mayor de 15 años sabe leer y escribir según el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México) cuando en 1895 era tan solo el 18%.

Sonaba muy utópico pero hoy es nuestra realidad gracias a considerar la educación básica como una prioridad.

Igual que estamos erradicando el analfabetismo, ahora es el momento de comenzar a erradicar la ansiedad, la depresión o la violencia que son lacras en nuestras sociedades.

Para leer y escribir necesitamos aprender el abecedario, las sílabas, …. y para tener una sociedad respetuosa, amable y pacífica, aprendemos sobre empatía.

Si incluimos el desarrollo de habilidades socioemocionales en la educación, lo podremos conseguir de aquí a algunos años (seguro que menos de cien).

La educación socioemocional permite conocerme, gestionarme y tomar decisiones responsables. Son las dimensiones a trabajar sobre mí mismo porque antes de conectar con otros, necesito conectarme conmigo mismo. Asimismo, nos enseña a desarrollar esa habilidad innata que todos tenemos que es la empatía y relacionarnos mejor con nuestro entorno pues somos los seres más sociales del planeta.

Pero, ¿cómo empiezo?. Yo comencé con la práctica de la atención plena (o “Mindfulness”). Apagando del piloto automático que dirige nuestra vida. Siendo consciente de cómo me siento en el aquí y el ahora. Desconectando esa radio interior (el runrún) con la que converso todo el tiempo. Odio esto, me gusta muchísimo aquello, no puedo vivir con él, me da mucha rabia esto otro, etc. Decir a tu mente: “basta”. Ahora soy yo quien dirige la atención. Todo, absolutamente todo, parte de mi interior.

Matthieu Ricard (famoso por ser considerado el hombre más feliz del mundo) encendió la llama de mi curiosidad por la atención plena. En concreto sobre los efectos de la práctica de la meditación. Después cayó en mis manos el libro “Mindfulness en la vida cotidiana” de Jon Kabat-Zinn y fue definitivo para iniciar este camino hacia la felicidad.

Este es el comienzo de una vida mejor. Una vida con mayor bienestar físico y emocional (somos uno: cuerpo y mente). Una vida con plenitud y paz interior.

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